
Al decidir intitularse "escuela" la elp hacía una apuesta sobre el estilo de sus trabajos por venir. La apuesta se refería en gran parte al rechazo de un freudo-lacanismo presente en el ambiente y venía a ser, tanto como se podía hacerlo, darle a Freud lo que era de Freud y a Lacan lo que era de Lacan y - a causa de esto - a la experiencia su singularidad. Razón por la cual se intensificaron entonces numerosas traducciones de Freud (y su publicación bilingüe en la discreta revista La transa) al mismo tiempo que, desde sus primeros números, la revista Littoral lanzaba un estilo poco corriente hasta entonces, el de los "estudios lacanianos" al multiplicar los artículos que trataban en detalle y de manera crítica numerosos puntos de la enseñanza de Lacan, entre otros las difíciles cuestiones topológicas de los últimos seminarios, por entonces muy dejadas de lado por los comentadores de Lacan.
En esos primeros años, la escuela optó a favor de una no-puesta en acción administrativa de cártels -declarados sin embargo piezas esenciales de la formación en la ex-E.F.P. Esta ausencia de organización interna de cártels se impuso a partir del momento en que se había probado (especialmente durante el breve episodio de la Causa Freudiana) de que tal organización por pragmática e indispensable que hubiese parecido en una primera aproximación, no podía nunca se "minimalista". Que haya cártels, esto no podía ser sino a iniciativa de aquéllas y aquéllos que se decidían a ello, sin más.
Por lo tanto, si se forman ocasionalmente grupos de trabajo para llevar a cabo tal o cual tarea (coloquio, transcripción de seminario, fábrica de caso, etc) nada es establecido para coordinarlos o abrirlos a nuevos participantes. De tal suerte que al lado de diversas actividades de enseñanza, seminarios y talleres de lectura propuestos anualmente, no existe forma institucionalizada de trabajo interno en la escuela que no fuera el que tal o cual miembro decide iniciar.